Por Lionel Kante
@gastrowise_ar
Charlando con una entrañable amiga, me llegan los ecos de tantos buenos momentos vividos en una ciudad que tengo siempre cerca de mi corazón, Tandil. La charla termina con la elección de la próxima receta para el blog. Hoy reinterpretamos un plato clásico y preparamos una fondue diferente, fácil, rápida y divertida.
Tandil State of Mind
En una de las entregas anteriores del blog les comenté que me gusta mucho viajar. Tanto es así, que regularmente subo al auto y recorro los casi 350 kilómetros que hay hasta la ciudad de Tandil.
Aquellos que me conocen y con los que charlo habitualmente, saben acerca de mi frase: “Tandil es mi lugar en el mundo”... y es verdad. Creo que solamente existen un par de ciudades más, en los que experimento la sensación de desconexión y descanso que me despiertan las sierras de Tandil.
Conocí Tandil de pura casualidad a los seis años. Con el correr de los años, volvería varias veces, y en 2007 regresé con mi pareja, para celebrar el bautismo del hijo de una de sus mejores amigas. Si tuviera que reconocer a lo largo de los años el momento exacto en el cual la ciudad me recibió diría que fue ese día. Tuve la suerte de conocer a Paula, Daniel, Segundo, Isabel, Carmen y Adolfo, una familia de personas excepcionales, con un gran corazón y una generosidad que no conocen límites.
Con Paulita (como suelo llamarla) es con quien coincidimos en el gusto por la cocina. Cuando voy de visita compartimos recetas, experiencias gastronómicas y organizamos el menú porque siempre que estamos juntos comemos muy rico; cocina ella, cocino yo, cocinamos los dos.
Generalmente, las cenas de los sábados, o los almuerzos del domingo, nos encuentran corriendo contrarreloj preparando entrada, plato y postre con los chicos revoloteando por la cocina; esa cocina amplia y luminosa, la única -aparte de la mía- en la que reconozco el espacio como propio y me siento muy a gusto.
Se preguntarán a cuenta de qué todo este relato de Tandil y mis amigos. Bueno, esta semana en una de las charlas habituales que tenemos con Paulita, ella me preguntó qué iba a cocinar ese día (acostumbramos comentar las recetas que probamos), y cuando le dije, inmediatamente concluyó que esa receta debía ser parte del blog.
Y así sera, en agradecimiento a su cariño, por ser fan número uno de mis preparaciones, y a cuenta del abrazo que nos debemos por el día del amigo…
La propuesta
Hoy les comparto una receta muy fácil y para disfrutar en familia: Fondue de Zapallo Cabutia.
Lo más lindo de la receta es que vamos a usar la cáscara del zapallo como caquelon, es decir, como recipiente mismo de la preparación. Para aquellos que somos más puristas en cuanto al uso de los términos gastronómicos, no se trata de una fondue en el sentido estricto, ya que no reúne los ingredientes, o el método típico de preparación sino que es más bien una inspiración.
Este es un plato que congrega y divierte. Aprovechemos el clima frío y pongámonos manos a la obra! Como siempre, algo de música (te recomiendo el álbum “Morning Phase” de Beck) y algún descorche previo como para ir calentando motores…
Ingredientes
(6 personas alrededor de la mesa)
1 zapallo cabutía de tamaño mediano
1 cebolla blanca mediana
Queso Muzzarella rallado o cortado en cubos pequeños a gusto (una cantidad generosa para que realmente se asemeje a una fondue)
Queso rallado a gusto, puede ser parmesano, reggianito, sardo o el queso duro que más te guste.
50 grs de Manteca
100 cc de crema de leche tibia
Hierbas aromáticas, a gusto: orégano, romero y tomillo, frescos o secos
Nuez moscada
Aceite de oliva
Sal a gusto
Perejil o cilantro picados a gusto.
Pinches de fondue, palitos de brochette o simplemente un tenedor, 1 por comensal.
Preparación
Lavar y secar bien el zapallo. Con ayuda de una cuchilla con buen filo sacar una tapa de la parte superior.
Con una cuchara retirar toda las semillas y filamentos.
Cubrir una placa para horno con papel de aluminio, rociar con un chorrito de aceite o rocío vegetal y colocar el zapallo boca abajo.
Llevar a horno fuerte aproximadamente por 45 a 60 minutos. El tiempo de cocción lo da el horno de cada uno y el tamaño del zapallo. La idea es que no se ablande mucho la parte de afuera y sí que quede tierna la parte de adentro (tipo puré) a fin de utilizarla como base de la fondue.
Mientras esperamos que el zapallo se cocine picamos la cebolla y la rehogamos con un poco de aceite, sal y pimienta y la reservamos para usar más tarde.
Una vez cocinado el zapallo lo retiramos del horno. Con mucho cuidado (va a estar super caliente!) y utilizando una cuchara para no romper la cáscara, removemos la pulpa y la colocamos en un bol.
Pisamos la pulpa hasta convertirla en puré. Salpimentamos y condimentamos con nuez moscada. Incorporamos la cebolla rehogada, las hierbas, la crema tibia y la manteca.
Una vez que homogeneizamos bien la preparación, agregamos el queso muzzarella y el queso rallado mezclando bien para que se fundan completamente. Debemos lograr una textura lo suficientemente cremosa para que podamos “levantarla” luego al momento de comerla.
Volcamos la preparación dentro del zapallo, colocamos la tapa volvemos a llevar en placa al horno bien fuerte unos pocos minutos para que recupere temperatura.
Retiramos con cuidado, colocamos el zapallo en una linda fuente o plato de servicio, y lo llevamos a la mesa para disfrutar!
Ya que el plato de hoy tiene bastante queso, un vino blanco con estructura y paso por barrica, como un chardonnay o viogner quedaría perfecto. Si te inclinás por un tinto, elegiría algún pinot noir o malbec jóven, de pocos taninos.
Notas:
Luego de retirar la fondue del horno podemos colocar un poco de perejil o cilantro picado por encima de la preparación.
Los ingredientes que podemos usar para acompañar este plato son variados. Tenés que prepararlos previamente a cocinar la fondue:
Cubitos de jamón cocido, cubitos de pollo grillado, cubitos de matambrito de cerdo asado al horno, cubitos de peceto horneado o hervido, salchichitas de copetín.
Cubos de pan apenas tostados
Bastoncitos de zanahoria o de apio, mitades de champignon, tallos de broccoli desprovistos de la corteza y posteriormente hervidos.
Cualquier otro ingrediente que te tiente y te guste.
Alguna vez fueron a Tandil? Si no lo han hecho se los recomiendo porque es una ciudad que lo tiene todo. Paisajes que invitan a vivir la naturaleza, circuitos turísticos y panorámicos, gastronomía y hotelería de muy buen nivel, centros comerciales y ese no se qué de pueblo del interior de nuestro país: gente amable, y un ritmo de vida muy tranquilo.
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