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Cuando el Encierro es Apertura

Por Ivana D'Agostino

Somos muchos a los que esta pandemia nos motivó a reflexionar y adentrarnos, aún más como en mi caso, en nuestro propia esencia. Al mismo tiempo, la necesidad de aislarnos nos infundió temor y algo de ansiedad.


Aislamiento como interrupción forzada, parálisis, paréntesis, cambio radical, incertidumbre… fueron muchas las interpretaciones dramáticas que giraban en nuestras mentes mientras tratábamos de procesar y racionalizar esta realidad de ciencia ficción o ficción hecha realidad.

Si bien frases comunes como “toda crisis es una oportunidad” me resultan aburridas (aunque jamás negaría su veracidad), me atrevería a crear otra: “algunos encierros son apertura”. Mi vida como Sommelier se vio truncada repentinamente ante una realidad en la cual las interacciones sociales entre seres desconocidos o intercambios que impliquen alguna forma de contacto físico están prohibidos.


La Sommellerie es una profesión cuyo eje central es el vino como punto de encuentro. El vino es una bebida que se concibe como el resultado de esfuerzos mancomunados desde los trabajos en el viñedo hasta que alguien nos lo sirve en una copa.


Cada eslabón en esta larguísima cadena de roles hacen del vino una brebaje digno de apreciación profunda. Por más “joven, fresco y frutado” o “fácil de tomar” que sea (expresión habitual entre los Sommeliers para describir un vino correcto y sabroso, pensado para consumir dentro de los dos años posteriores a la cosecha… un eterno adolescente, enérgico, sí, pero sin pretensiones de sabiduría), un vino implica al menos un año de cuidadosas labores para que llegue a nuestra copa. Este simple hecho merece de nuestra parte el mayor de los respetos.


Ahora bien, ¿cómo se concibe mi trabajo como Sommelier en un contexto como éste?, ¿cómo se logra la comunicación del vino si no podemos salir de nuestras casas?, ¿cómo invitamos a los curiosos, aficionados y conocedores a adentrarse en la gran variedad de etiquetas y estilos de vino que el mercado argentino nos ofrece si no podemos asistir a una degustación, ni tampoco pedir una copa en un bar o descorchar una botella en un restaurant?

The new normal… la nueva normalidad. La nueva frase hecha. Ya me resulta aburrida pero su verdad es inexorable. Esta realidad impensada nos ha propuesto la tecnología como principal, sino única, herramienta de socialización. Nos ofrece un abanico de oportunidades que hacen del encierro una posibilidad de apertura … y, por lo tanto, de cercanía. Así es como comenzaron a surgir las degustaciones online.



Una versión virtual de esos tan añorados encuentros, que en otro momento me habrían resultado artificiales, forzados y hasta poco profesionales. A mi entender, la clave de las degustaciones es justamente el contacto directo de las personas entre ellas y con el vino. La magia está ahí, en la química y la energía que se generan en los noventa minutos de un evento puramente hedonista, donde se habla de aromas, sabores, hacedores, labranzas, cosechas, tradiciones, lujos, simplezas, y más. Sin embargo, esta coyuntura me ensenó una lección: que las pasiones no están sujetas a restricciones de ningún tipo y que siempre hay una forma posible de canalizarlas y expresarlas con el mismo entusiasmo y seriedad de siempre.

Las degustaciones online nos abren las puertas al mundo. Literalmente. No habrá contacto físico, ¡pero tampoco límites geográficos!. Y eso es lo maravilloso de comunicar el vino a través de una computadora, una tablet o un celular. Podemos hablarle del Malbec o de nuestra Bonarda tanto a vecinos de nuestro barrio como a habitantes de cualquier ciudad en el hemisferio opuesto. Estos encuentros virtuales pueden adoptar diversos formatos en función de la creatividad e ingenio del Sommelier que los propone. Sin embargo, considero que la seriedad y el profesionalismo deben primar ante todo.


Los Sommeliers somos abanderados del vino y en muchas ocasiones somos el primer rostro que los bebedores asocian a determinadas etiquetas. Como tales, el conocimiento y la honestidad deben estar siempre presentes a la hora de dirigirnos a un público presencial o virtual para narrarles las bondades de una botella.


La “poesía” que rodea al vocabulario del vino muchas veces ha sido, y sigue siendo, objeto de burlas y ridiculización. Los responsables de eso somos nosotros, los Sommeliers, que utilizamos tecnicismos en contextos donde no son apropiados y no adaptamos la jerga enológica a un lenguaje que sea cercano y familiar para nuestros bebedores. No hagamos lo mismo con las degustaciones online.


Propongo utilizar responsablemente la Internet, un medio masivo de comunicación en tiempo real, para seguir trasmitiendo con precisión, solidez y humildad las virtudes del fruto de la vid. Las degustaciones son indudablemente momentos de placer y disfrute, que también se pueden lograr a través de un dispositivo electrónico. No obstante, no debemos perder nuestro norte como profesionales de la industria: comunicar la complejidad del vino y el trabajo de sus hacedores de manera seria, eficaz, simple y honesta.


La elección de formato de nuestras degustaciones, la presentación de la información que surge de determinada botella y las técnicas que utilizamos para explicar sus cualidades son vitales a la hora de acercar este producto a los bebedores o alejarlos de él por completo.


 

El vino y sus maridajes son la razón del encuentro. El compartir es el mejor resultado. Conocidos o extraños, siempre hay una nueva experiencia, nuevos amigos.


Conectados por el vino es un espacio de encuentro remoto a través de video conferencia con nuestros sommeliers. Teniendo todos los presentes/asistentes el mismo vino y los productos gourmet, podemos “conectar” al vivir todos la misma experiencia sensorial, degustar el mismo vino y hacer los mismos maridajes. Disponible solo para personas ubicadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Si deseás conocer más de nuestras experiencias online hace click aquí: Online Tasting

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